El Duelo ante la muerte de una mascota
Gatos que se atraviesan por la pantalla y ladridos que interrumpen las videollamadas, o redes sociales inundadas de fotografías y videos de mascotas son solo un ejemplo del lugar que han ocupado en los últimos años en nuestras vidas. Las mascotas pasaron de ser aliados encargados de mantener a los roedores alejados de la casa o de anunciar alguna amenaza externa, a convertirse en miembros activos del núcleo familiar.
Es precisamente por este vínculo tan potente que las personas depositamos en nuestros queridos compañeros, que el solo hecho de pensar en su pérdida -ya sea porque se pierden o mueran-, genera una profunda desestabilización anímica no solo a nivel personal sino que a veces también en todo el sistema familiar. Ante la constante consulta de pacientes sobre si ésta temática debe ser o no tratada como un duelo, muchas veces las mismas personas se autocensuran y declaran que no deberían estar tan tristes por esta situación, o se extrañan ante la desmedida reacción emocional que éstas pérdidas gatillan.
El primer punto que hay que considerar, más allá del motivo de consulta, es siempre tener en cuenta que no hay una escala para medir la intensidad de las emociones, por lo cual toda pena, dolor, rabia y sensación de impotencia debe ser siempre leída desde una perspectiva subjetiva, que se corresponde necesariamente a la historia individual de la persona con el ser querido que ya no está con nosotros. Es por esto que todo dolor que nos aqueja, sin importar su origen debe ser admitido y procesado como una emoción válida y necesaria de ser resignificada, idealmente mediante algún tipo de acompañamiento.
En el caso de las muertes experimentadas en hogares con infantes, éstas pueden ser oportunidades únicas para hablar de los temas que son parte de la experiencia vital misma, explicando con palabras sencillas la naturaleza del ciclo de la vida, sin necesidad de caer en historias complicadas o ficticias. La crudeza de la noticia suele ser asimilada de mejor forma de lo que el mundo adulto supone, en la medida que los niños y niñas vean a adultos procesando y compartiendo sus emociones, ofreciendo a la vez consuelo.
Es importante la realización de rituales en caso de considerarlos necesarios, entregar un espacio de calma y tranquilidad que brinde consuelo a los deudos y generar un homenaje, que en justa medida, proteja la memoria de los buenos momentos vividos en conjunto. Es así como crear un espacio de memoria con fotos o en conversaciones recordando es muy necesario asumiendo que como todo duelo, el objetivo final no es olvidar sino transformar el tipo de vínculo que como tal, no es reemplazable. A pesar de esto, es siempre necesario estar incorporando nuevas experiencias, permitiendo la conexión con esos elementos que creemos murieron con ese ser querido, asumiendo que no es un objeto susceptible de ser cambiado por otro ser o algún amuleto, sino como parte de una historia que aún falta por escribir.