Existen manifestaciones de sufrimiento adolescente evidentes y algunas más silenciosas, en ambos casos, es importante detectarlas para frenar la escalada hacia el intento de suicidio. En este artículo desde mi experiencia Clínica, quisiera mostrarles algunas alertas y herramientas que pueden tomar siendo familiar, amigo/a, o educador/a de un adolescente. Comenzando por las alertas, les menciono algunas:
1.- Aislamiento en el colegio o en casa, muy reservado/a en cuanto a su vida personal. Esto muchas veces podemos notarlo en adolescentes más retraídos y solitarios, sin embargo, aún mostrando signos de sociabilidad y alegría, no es buena señal el aislamiento y la reserva. Si bien los factores de esto pueden ser variados, es necesario descartar la presencia de Bullying o CiberBullying y abuso de sustancias.
2.- Cambios drásticos de humor como irritabilidad, desánimo o ansiedad. También el sentimiento de vacío y soledad son muy importantes al momento de pensar en riesgo suicida, en estos casos surgen frases como: “no quisiera estar aquí”, “soy una carga”, “una molestia para los demás”, “no valgo nada”, “no tengo a nadie”.
3.- Estudiantes destacados, muy autoexigentes, perfeccionistas en lo académico o en el ámbito deportivo. Esto es algo muy bien visto en las escuelas, pero puede estar reflejando una conducta de supervivencia y refugio frente a un hogar conflictivo, abuso o dolores personales, recordemos el valioso testimonio de nuestra deportista Erika Olivera quien nos narra su historia desde su propia vivencia.
4.- Cambios repentinos en la dinámica familiar como separaciones, abandono, violencia física o psicológica entre cualquiera de los miembros de la familia; el fallecimiento de un ser querido. Todos estos contextos pueden generar sensaciones de dolor, confusión y profunda tristeza.
Después de detectar alguna señal, es bueno poder hablar de esto con el adolescente. En este sentido quisiera brindarles algunas directrices para padres y/o tutores, con la previa invitación a que el Psicólogo también puede acompañarlos en esto si les resulta dificultoso.
En primer lugar y como requisito fundamental, es necesario como adultos guardar la calma y mantener una escucha activa, es decir, hacer un esfuerzo por no juzgar ni aconsejar con mis propias experiencias al adolescente, mantener un silencio respetuoso, dejar que se explaye y nos hable sin nosotros intervenir. Es bueno iniciar la conversación con preguntas abiertas como: ¿te has sentido solo/a últimamente?, ¿desde cuando?, es común pensar en la muerte o hacerse daño ¿te ha pasado a ti?. Para finalizar podemos agradecer la confianza y ofrecer ayuda siempre que necesite.
Un momento como este puede ser el puntapié decisivo para resguardar la vida y salud mental del adolescente, ya que en base a la confianza y el respaldo de un adulto, el paso hacia la terapia psicológica es más fácil y nos asegura la resolución de esta problemática.
Si eres amigo/a o hermano/a de un adolescente en riesgo, es bueno dar aviso al adulto responsable o bien sugerir fonos de ayuda ante riesgo suicida dados por el MINSAL por ejemplo. Escuchar pasivamente no es de gran ayuda, hay que ofrecer otros medios si queremos contribuir de verdad.
Al momento de llevar a un adolescente a terapia psicológica, es necesario tener en cuenta que es él/ella quien debe sentirse cómodo y hallar afinidad en su Psicólogo. Si se siente en confianza y validado/a nos aseguramos un proceso de psicoterapia fructífero, en caso contrario, es importante perseverar y buscar a otro profesional del área, no desistir en el primer intento.
Tomar estas medidas en un comienzo puede ser demandante, es como “sembrar”, se requiere paciencia y perseverancia para preparar la tierra y plantar la semilla, luego iniciado el proceso psicoterapéutico podremos ver avances y crecimientos, que ayudarán y darán ánimos tanto al adolescente como a su familia. Recordemos que resguardando la salud mental y emocional del adolescente, nos aseguramos un buen porvenir a lo largo de su juventud y adultez.
Con cariño y ánimo para quienes pasan por momentos difíciles como éstos.
Quedo a su disposición
Javiera Caro Cortés
Psicóloga Clínica Centro Lazos y Nexos