La técnica de EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimiento Ocular, por sus siglas en inglés) es una intervención psicoterapéutica validada científicamente que ha demostrado ser altamente eficaz en el tratamiento de traumas psicológicos. Desarrollada por Francine Shapiro en la década de 1980, esta técnica se basa en la premisa de que las experiencias traumáticas pueden quedar «atascadas» en el sistema nervioso, impidiendo su procesamiento adaptativo. EMDR facilita el procesamiento de estas memorias a través de la estimulación bilateral del cerebro, utilizando generalmente movimientos oculares, aunque también pueden emplearse sonidos o toques alternados.
El protocolo de EMDR incluye una serie de fases estructuradas, comenzando con una evaluación clínica exhaustiva y el fortalecimiento de recursos internos, para luego abordar los recuerdos traumáticos mediante la activación controlada de la memoria y la estimulación bilateral. Durante el reprocesamiento, el paciente recuerda el evento mientras se aplican estímulos alternados, lo que permite que el cerebro procese la información desde una perspectiva más adaptativa. A lo largo del proceso, se observa cómo las emociones perturbadoras se reducen, mientras emergen pensamientos más funcionales y una narrativa coherente respecto a lo vivido.
Uno de los aspectos más potentes del EMDR es su capacidad para intervenir de manera preventiva frente a eventos traumáticos recientes, idealmente dentro de los primeros 30 días desde la vivencia del hecho. Esta ventana de tiempo es crucial, ya que el recuerdo aún se encuentra en una fase de consolidación neurobiológica, y por lo tanto, es más maleable. En este período, el evento puede ser integrado naturalmente por el sistema de procesamiento de información del cerebro; sin embargo, cuando este proceso se ve interrumpido —por ejemplo, debido al shock emocional o a la ausencia de redes de apoyo—, la memoria puede alojarse de forma disfuncional, generando síntomas como intrusiones, hipervigilancia, ansiedad o disociación.
Aplicar EMDR de forma temprana puede evitar que el recuerdo traumático se convierta en una «memoria desadaptativa», es decir, una experiencia almacenada de forma fragmentada y cargada emocionalmente, que afecta negativamente la vida cotidiana del individuo. Al reprocesar el evento reciente antes de que se consolide de manera disfuncional, se facilita su integración en redes mnémicas adaptativas, disminuyendo de forma significativa el riesgo de desarrollar trastornos como el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). En esta fase, EMDR actúa como un «interceptor» que permite al cerebro completar de manera eficiente el procesamiento natural del evento.En suma, EMDR no solo es una herramienta para el tratamiento de traumas ya instaurados, sino que también es una técnica altamente efectiva en la prevención de secuelas emocionales tras un evento crítico reciente. La intervención temprana ofrece la posibilidad de reducir el sufrimiento psicológico y promover una recuperación más rápida, favoreciendo la resiliencia y el bienestar general del paciente. Por ello, se considera una estrategia terapéutica de alto valor clínico tanto en contextos agudos como en procesos psicoterapéuticos de mediano y largo plazo.