¿Inseguridad o inseguridades?, significación del otro como amenaza

En este artículo revisaremos distintas formas en que se manifiesta lo que usualmente es denominado como “inseguridad” y cómo éstas tienen en común la percepción del otro como una amenaza, ya sea a nivel individual y/o social.

Desde la primera infancia se comienzan a construir las diversas representaciones que le otorgan al individuo el reconocimiento de su propia identidad, de sus afectos, del mundo circundante y de los parámetros simbólicos que rigen el ámbito social. Esto es posibilitado gracias al importante papel que cumplen los cuidados proporcionados por sus figuras significativas (sean éstas sus padres, familiares u otros) ya que, al permitirle tener inteligibilidad de los diversos estímulos internos y externos que va recibiendo, lo orientan hacia el logro progresivo de su desarrollo psíquico y emocional. Asimismo, éstos también tienen la función insertarlo en la cultura por medio de la trasmisión de pautas que permiten y prohíben determinadas conductas.

Es así como se relacionan los distintos elementos que conforman la historia de una persona, mediante el entrelazamiento de sus experiencias individuales -junto a quienes participaron directamente de su crianza-, y de los mandatos culturales que le son implementados por medio de otros agentes; por ejemplo, los establecimientos educacionales, las instituciones de educación superior, los medios de comunicación, el lugar de trabajo, las redes sociales, entre otros.

A raíz de lo anterior, pudiese ocurrir que un individuo signifique como peligroso algún aspecto relacionado consigo mismo en el vínculo con un otro a propósito de los discursos que se le han comunicado. De este modo, surgen afectos como ansiedad, miedo, depresión, impotencia, sensación de vacío y/o inferioridad bajo modalidades repetitivas que no siempre se acompañan por situaciones que son amenazantes en sí mismas.

Una primera modalidad de expresión que toma la “inseguridad” corresponde paradójicamente a la seguridad de que no es posible cumplir con las expectativas que conducen hacia la conquista de los objetivos personales, debido a que el individuo se percibe a sí mismo como incapaz al compararse con otros a los que atribuye características o capacidades con las que no cuenta.

En segundo lugar, pudiese ocurrir que alguien no tiene total claridad de quién es, quiénes son los demás, qué es lo que siente y, en consecuencia, de qué es lo que quiere. Al verse cumpliendo continuamente con anhelos ajenos, la persona no ha podido delimitar que objetivos individuales le proporcionan un sentido a su vida, posición que lo lleva a sentirse absorbido por un otro. Un matiz de esto se observa frecuentemente en aquellos que, a pesar de que cumplen a cabalidad con determinados proyectos vitales, de igual manera se sienten vacíos e inconformes. En estos casos, la actividad laboral, académica o doméstica, tiene la función de alejar algunos recuerdos dolorosos que confrontan a la persona con una pérdida u otras vivencias difíciles de sobrellevar.

Por otra parte, algunos individuos manifiestan “inseguridad” en el contexto social e interpersonal, experimentando altos montos de ansiedad debido a una sensación de peligro inminente o, al contrario, sin tener noticia conciente de los motivos que lo llevan a tener dicha sintomatología. En algunos casos se aprecia que esos signos tienen a la base un conflicto generado por discursos familiares, referencias culturales vinculadas a una comunidad específica, informaciones entregadas por noticieros y redes sociales, etc.

La “inseguridad” también se manifiesta bajo la forma de miedo, desconfianza e incertidumbre producto de la situación social, histórica y política que se encuentra en curso en nuestro país y en el continente, producto del conflicto que tiene lugar entre fracciones que reclaman diversas demandas incluso haciendo uso de la violencia.

En suma, hemos revisado distintos matices que se desprenden de la significación de un otro como amenaza y que participa del malestar que atraviesa a muchos, sin embargo, toda explicación que sea propuesta con la finalidad comprender dicho fenómeno no reemplaza la particularidad que se relaciona con la propia experiencia y la historia individual. Dicho de otra manera, lo singular de cada uno es irreductible a cualquier explicación que busque establecer un significado total de lo relativo a la “inseguridad”. Esto abre la invitación a indagar qué causas específicas han tenido lugar a nivel personal para que surja esta percepción que, de acuerdo a lo previamente examinado, tiende a repetirse a pesar del intento conciente de la persona por controlarla de forma fallida.