La primera duda que surge al momento de considerar iniciar una terapia de pareja es “si, en mi caso personal, ¿será o no necesario?”. Sabemos que la relación que mantenemos con nuestra pareja es importante y digna de cuidados, pero ¿en qué momento es que empezamos a requerir de un profesional para buscar resolver las dificultades?
Desde mi experiencia atendiendo parejas y familias en espacios de atención clínica, esta es una de las preguntas lógicas que surgen al momento de enfrentarnos a la búsqueda de consejería y terapia. A mi parecer, no existe una única respuesta, dado que cada pareja e historia es única e irrepetible, sin embargo, si ya existe malestar constante pese a intentar dar solución a los conflictos – ya sea de manera individual o en conjunto – puede que sea el momento de un acompañamiento profesional.
En este sentido, me gustaría enumerar algunas de las razones más habituales que he podido identificar por las cuales las parejas deciden consultar:
- Dar solución a alguna dificultad específica. La vida en pareja es una invitación a compartir alegrías y aventuras, sin embargo, también se han de afrontar dificultades. En este sentido, una pareja puede verse trabada en su desarrollo a causa de situaciones y crisis en la vida de las personas: el duelo luego de la muerte de un familiar; la enfermedad de alguno de sus miembros; situaciones de desempleo e inestabilidad económica; situaciones de infidelidad y/o celos; así como alguna otra crisis al interior de la historia de pareja pueden generar problemas en tanto la expresión amorosa, la confianza, el goce y disfrute de la vida en pareja. En este momento uno o ambos miembros de la pareja pudieran desear enfrentar las dificultades juntos, buscando obtener mayor armonía y fluidez.
- Dificultades en la expresión de la intimidad y vida sexual. La intimidad es un área de expresión de la pareja tan necesaria como compleja, por lo que desarrollarla, disfrutarla y compartirla puede verse dificultada. La falta de comunicación; la vergüenza e inseguridades; la baja y falta del deseo; los cambios corporales esperables por el paso del tiempo, así como a dificultades específicas en la práctica sexual son difíciles de abordar en pareja y pueden dar paso a importantes desencuentros y conflictos. El trabajo terapéutico buscará, entonces, facilitar espacios de comunicación que permitan mayor entendimiento y contención de los miembros de la pareja, mientras se despliega el deseo de desarrollar una intimidad y vida sexual acorde a la etapa vital de la pareja y sus integrantes.
- A causa del inicio de nuevas relaciones, “los tuyos, los míos y los nuestros”. El término e inicio de una nueva relación es un periodo sensible y complejo. El poder conformar un nuevo proyecto familiar de manera consciente y cuidada será – más aún si hay hijos de parejas previas – sumamente necesario. El establecimiento de límites y normas; la expresión del duelo por los cambios familiares; el movimiento a nuevas residencias; el cómo enfrentar las emociones contradictorias, así como a facilitar la expresión emocional, pueden ser tratados junto a un profesional con muy buenos resultados.
Las anteriores son sólo una muestra de situaciones que entrampan el desarrollo y el goce de la vida en pareja. Es importante destacar que es a través de la confianza, la comunicación, la paciencia y el perdón que se puede facilitar un proceso de cambio que pueda repercutir de manera positiva el goce en la vida en pareja.